En un día de lluvia, las gotas de lluvia caen como hilos de plata, esparciéndose por doquier. Las gotas golpean las ventanas, produciendo un sonido de goteo, como si estuvieran susurrando una suave melodía. En la calle, los transeúntes levantan paraguas de colores vivos, apresurándose a pasar, salpicando pequeñas gotas de agua. Los árboles al borde del camino, tras ser lavados por la lluvia, se ven aún más verdes. A lo lejos, las montañas aparecen y desaparecen en la cortina de lluvia, como una pintura de acuarela borrosa. Esta lluvia ha hecho que la ciudad pierda un poco de su bullicio, ganan
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